“No podemos negociar con aquéllos que dicen, «lo que es mío es mío y lo que es tuyo es negociable»”. John F. Kennedy
El gobierno estadounidense está por iniciar la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) bajo una clara óptica proteccionista en la que, sin justificarlo, afirma que las exportaciones mexicanas han dañado a su industria.
Uno de los principales problemas de ello es que, a falta de reglas expresas en el propio TLCAN, la renegociación se inicia bajo un enfoque de “todo o nada” en el que, salvo que se acuerde entre los países miembros lo contrario, todo su contenido está sobre la mesa.
Para empezar, ¿cómo explicamos que se haya identificado a México como el causante aparente de “todos los males” estadounidenses? Algunas razones para explicar la tormenta perfecta sobre nuestras cabezas:
- Toda vez que México destina a EEUU más del 80% de sus exportaciones, tenemos mucho que perder si el acceso a dicho mercado se ve afectado o alterado; y por más reducidos que sean los aranceles que, en promedio, EEUU eventualmente pueda imponer a nuestras exportaciones (los de Nación Más Favorecida de la OMC), ciertos sectores se verían afectados de manera muy importante.
- Los extranjeros históricamente han sufrido discriminación en Estados Unidos; actualmente la situación que viven los méxico-americanos y los inmigrantes mexicanos es similar a la que vivieron en su momento los inmigrantes procedentes de Irlanda o Italia, entre otros. Y precisamente “los otros”, representados en este caso por nuestros migrantes, están presentes en prácticamente todo el país vecino.
- Salvo en el sector de alimentos en donde México representa el 20% de las importaciones estadounidenses, las exportaciones mexicanas no llegan directamente a los consumidores estadounidenses, como sí lo hacen, por ejemplo, la mayoría de los bienes de origen chino.
- El gobierno mexicano no goza de gran prestigio ante temas irresueltos de corrupción e impunidad.
Cabe decir, sin embargo, que incluso en el caso de retirarse del TLCAN, México continuaría siendo un importante exportador a EEUU y el mundo toda vez que:
- El país ha adquirido gran experiencia en la manufactura, tanto pesada como de precisión (industrias automotriz y aeroespacial).
- Estados Unidos no puede internamente satisfacer todas sus necesidades de consumo.
- México tiene una estructura de costos de producción competitiva, y su cercanía al mercado estadounidense representa una ventaja que no va a desaparecer.
- Las exportaciones de México a Estados Unidos estarían sujetas a un impuesto de importación de Nación Más Favorecida aproximado del 2 a 5 por ciento (en contraste, las exportaciones de Estados Unidos a México pagarían de un 6 a 30 por ciento).
- En adición a Estados Unidos y Canadá, México ha negociado tratados de libre comercio con 44 países distintos que incluyen a los otros dos más grandes centros de consumo globales, la Unión Europea y Japón.
- El país cuenta con un número importante de mecanismos internos para facilitar la producción nacional orientada a la exportación (maquiladora, IMMEX, programas sectoriales y devolución de impuestos).
- México está diversificando sus opciones de proveeduría, por ejemplo, en granos básicos.
La administración estadounidense está tratando de corregir quejas abstractas mediante la renegociación del TLCAN, el cual está exclusivamente acotado a temas comerciales. Su renegociación no podrá enmendar a los “bad hombres”, o quitarle la idea al presidente estadounidense de que los inmigrantes mexicanos pueden ser criminales, narcotraficantes o violadores.
El libre comercio es más que un dualismo expresado en “importaciones-malas, exportaciones-buenas”. Inclusive, la balanza comercial por sí sola no trasmite el nivel de integración de las dos economías, para lo cual basta señalar que el 40% de los bienes exportados desde México son de origen estadounidense, lo que no sucede con otros países como China, para el que dicho porcentaje es del 4%.
Uno de los principales objetivos del libre comercio es construir sobre las fortalezas individuales de cada país, y no necesariamente obtener una ganancia neta de empleos o un superávit en la balanza comercial.
La manufactura intensiva en mano de obra no regresará a Estados Unidos a través de una orden ejecutiva; si bien las empresas buscarán no hacer enojar a una administración fácilmente irascible, llevarán a cabo actos simbólicos que, sin decirlo abiertamente, descansarán principalmente en la automatización.
Cuando se “administra” el libre comercio, los intereses de los pocos prevalecen sobre la usualmente silenciosa y dispersa mayoría (aunque debo dejar en claro que con ello no me refiero a la neutralización de prácticas desleales de comercio internacional, las cuales deben ser demostradas por la producción nacional y en cuyas investigaciones se otorga plena garantía de audiencia a las partes interesadas).
Los beneficios del comercio se atomizan, pero las pérdidas que puede llegar a provocar están claramente concentradas y sí, el libre comercio usualmente propicia que existan sectores de la economía que ganan o pierden e, inclusive, puede redistribuir a dichos sectores dentro de un área geográfica que trascienda fronteras.
Actualmente, ciertos sectores en ambos lados de la frontera sienten que el libre comercio les ha causado perjuicios severos pero, a diferencia de nuestro gobierno, el del norte ha tomado esas voces como bandera política muy exitosa.
Por lo tanto, para eliminar y, particularmente, para prevenir otra situación de incertidumbre como la creada por la administración de Estados Unidos, el TLCAN sin duda necesita ser renegociado.
Para no traer a la mesa de negociación temas abstractos que no están relacionados con el comercio internacional, sugiero el siguiente camino para atender las preocupaciones de sectores de la economía que se sienten afectados por el libre comercio dentro del área de libre comercio de América del Norte:
- Verdaderamente fortaleciendo los métodos alternativos de solución de controversias del TLCAN a través del establecimiento de un procedimiento expedito en el que –en contraste con lo que sucede actualmente-, ningún país pueda bloquear la capacidad de designar árbitros.
- En caso de que exista un sector que se sienta perjudicado por el intercambio comercial, el mismo podrá presentar su caso ante un Panel arbitral y la cadena de producción dentro del área TLCAN deberá ser escuchada.
- Como resultado, el referido Panel podría permitir a dicho sector, temporal o permanentemente, distanciarse del TLCAN en los términos que el propio Panel lo determine.
- Alternativamente y, caso por caso, se podrían establecer programas regionales de ajuste que permitan proteger a los sectores perjudicados.
- Además, la Comisión de Libre Comercio del TLCAN, actualmente en vigor conforme al actual Capítulo XX, podría definir los sectores con potencial regional dentro del TLCAN que pudiesen recibir trato o estímulos preferenciales.
Las medidas anteriores podrían encauzar los reclamos políticos como los que estamos viviendo y convertirlos en discusiones técnicas sin que tengamos que siempre enfrentar el “todo o nada” que tanta incertidumbre –y daño- provoca.
Por: Alejandro N. Gómez Strozzi
Ex subsecretario de Economía y Jefe de la UPCI, maestro en derecho por la Universidad de Georgetown, abogado en México y Nueva York, socio de Gardere, Arena y Asociados, S.C.
Las opiniones son propias.
